Palabras de vida

Llegué corriendo hasta el hospital, tenían que dejar internada a una bebita y a mi cargo... De momento no tuve opción y lo acepté,nunca pensé que fuera tan grave la situación, la bebé había llegado a este mundo en manos de un “doctor” incompetente que era el único en el pueblo de sus papás, este tipo había utilizado fórceps para “ayudar” a su nacimiento, que se había complicado, sólo que los apretó demasiado, fracturó su cráneo e hirió su rostro, le provocó problemas fuertes en su cerebro y esto ocasionó que mi bebita estuviera muchos, muchísimos días en terapia intensiva, no podía succionar, no reaccionada a estímulos, sus sentidos estaban averiados y tampoco lloraba (no sé mucho de medicina, tampoco de reacciones, pero decían los médicos que si lograba llorar, era un logro que le permitiría sobrevivir).
La tenían conectada a tantos aparatos, la veía sufrir, lo podría sentir a través de la incubadora en que la tenían.
Era tan bonita, tenía su cabello negro azabache, unas pestañas tan grandes, su ceja poblada, sus ojos no podría verlos, no podría abrirlos. Me enternecía y me dolía tanto verla en ese lugar y al borde de la muerte, como decían siempre los médicos.... Había pasado más de un mes en el hospital y el Dr. Manuel Pulido me dijo que si profesaba alguna religión, como la católica, debía bautizarla, pues no aseguraba que estuviera con vida el día siguiente... Por "casualidad" ese día habló su papá, le comenté todo y me "autorizó" que la bautizara y escogiera el nombre... Esa madrugada busqué un sacerdote y lo llevé al hospital para su bautizo, ella nació un 14 de marzo, su santoral es MATILDE y así la bauticé.
Pasaban los días y mi angustia crecía al no poder ni siquiera tocarla, verla solo a través de ese cristal de la sala de terapia intensiva y su incubadora tan lejos de mi... No pueden imaginarse cuánto duele, las únicas ocasiones en que podría verla más cerca era cuando el Dr. Pulido y yo la llevábamos a practicar algún estudio a un hospital cercano en el que tenían no sé que aparatos que ella necesitaba.
Habíamos compartido el Dr. Pulido y yo tantas angustias al sentir que Matildita ya no tenía fuerzas para seguir luchando por su vida, que un día, haciendo caso omiso del reglamento del hospital, Manuel me dijo:
“Patty, sé como quieres a esta bebita, creo que merecen estar juntas, te espero hoy a las 0:30 de la madrugada, te dejaré entrar a terapia intensiva”
... No podría creerlo, después de tantos días por fin podría tocarla, había aprendido a quererla tanto, quererla fué tan fácil... Así que soportando mis temores entré corriendo al hospital que es tan sombrío y lúgubre, se cuentan mil historias de él, llegué a mi cita templando, con el corazón agitado y a punto de llorar, fue espantoso, sentí tanto miedo, no podría pasar saliva... Al fondo del pasillo estaba él, puso su mano en mi hombro y logró tranquilizarme.
Entramos a la antesala, lave mis manos y cara, vestí una bata y ENTRE!!!!!!!!!!
Manuel la “desconectó” y me la entregó, debíamos tener sumo cuidado, era tan frágil. La tomé en mis brazos, le dije tantas cosas, entre ellas le pedía que por favor siguiera luchando por su vida, que la quería tanto, le platicaba que haríamos al salir del hospital, mi necesidad de estrecharla, de sentirla, apapacharla, tocarla y verla... Hasta que abrió sus ojitos negros, tan, tan, tan bonitos y brillantes que al verlos, olvidabas sus heridas "no se notaban", empezó a hacer ruidos extraños, volteé asustada a ver al Doctor y sólo me dijo: “Sigue hablándole”
Continué así no se cuánto tiempo y ella seguía muy inquieta, nuevamente voltee a ver al Doctor, él estaba llorando y sólo decía... “Sigue hablando, sigue hablando”
Hasta que brindó frutos, Matildita empezó a llorar con fuerza y con tanto sentimiento. Manuel estaba asombrado, decía que nunca había visto algo así y yo por supuesto muy emocionada, tuvimos que regresarla a la incubadora y estuvimos comentando lo sucedido hasta muy entrada la madrugada...
Mi pequeñita salió de terapia intensiva en pocos días y del hospital dos meses después.
El día que dieron su alta del hospital el Dr.Manuel Pulido me la entregó a MI...
A MI, aunque sus papas estuvieron presentes, ese día, como los tres meses anteriores, era mía, era mi pequeñita y yo me sentía su mami...
Habíamos logrado ganar la batalla a la muerte!!!
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