El tiempo pasa factura.

Con melancolía y añoranza recuerdo esos días al lado de mi abuelita, de enseñanza y charlas, tomando chocolate y comiendo panecillos... Era interesante su forma de ver la vida, rica en experiencias. Me enseñó a cocinar y a cultivar plantas y amigos, su jardín era precioso, estando a su cuidado no podía ser de otra manera.

Desde que mi memoria me permite recordar, había admirado una fotografía de mi abuelita que tenía en su recámara, enmarcada en caoba con un labrado precioso y ella por supuesto muy bonita - me gustaba tanto verlo - en una ocasión le pregunté si algún día me lo regalaría y me dijo que sí... aunque no me dijo cuándo; con nosotros estaba uno de sus hijos y escuchó nuestra conversación...

Han pasado tantos años desde entonces, ahora mi abue con su alzheimer no recuerda casi nada. Mi tío, remembrando aquella tarde, me entregó ese cuadro hace unos días, como es tan antiguo quise restaurarlo y al desarmarlo me encontré que la fotografía está dedicada a mi Abuelito, datada hace sesenta y cinco años!!!

Esa dedicatoria me invadió de nostalgia... El tiempo corre y piensas que no te alcanzará. Leí su promesa de amor, su juramento de nunca olvidarlo...



Una tarde Ella veía la foto de mi abuelito y lloraba...
- ¿Por qué lloras? - pregunté -
- No lo sé... Veo esta foto y siento dolor en mi corazón
pero no se porqué.
- Sabes quien es ese señor tan guapo de la foto?

Picaronamente me sonríe y con la cabeza me dice que no.

- Ese señor es tu Esposo.
- Mi esposo?
- Si, y te quiso mucho.
- No lo recuerdo...

Y continúo llorando.

Que triste saberla sin recuerdos, sin sueños, sin esperanza.

Me pregunto según las reglas divinas, ¿cuando ella muera y él vaya a su encuentro, lo recordará? Sabrá que fue su compañero inseparable? Sabrá que fue el amor de su vida? Recordará entonces toda esa vida que compartieron, esos momentos de dicha y también de angustia que pasaron juntos? Sabrá reencontrarse con el amor?

Y... Esa pregunta queda sin respuesta.