¡No tengamos miedo del ayer!
Nuestros recuerdos se agolpan en la memoria queriendo salir a la conciencia.
¡No tengamos miedo... Dejémoslos fluir!
Escuchemos aquellas palabras que tan lejanas pueden parecernos,
dejemos que todo nuestro ser se inunde del ayer.
Recordemos cada minuto... cada palabra... cada silencio.
Traigamos a nuestra memoria su nombre, su voz, la ternura de su mirada que sólo fue tuya, sus actos y actitudes, el apretón de sus manos, su abrazo, su sonrisa y hasta su llanto que tantas veces fue hermoso. Hay en cada emoción esa lágrima a punto de quemarnos el alma, no permitamos que el corazón se quede a mitad de camino sin haberse curado...
¡Dejémosla brotar!
Y cuando estemos en el silencio de nuestros recuerdos, aspiremos profundamente.
Toma todo el aire que quieras, aspira todo ese recuerdo y rescata lo mejor: Las emociones, los consejos, las palabras que ahora son tan sublimes como ese bonito apodo que te hace esbozar una sonrisa; después incorporemos nuevamente a nuestro ser interno toda esa energía de aquel ayer y al exhalar dejemos que toda tristeza por los tiempos pasados, realmente se vaya, exhalemos toda energía negativa que haya quedado en nuestro interior y dejemos marchar esos recuerdos que no nos hacen bien.
Respiremos lenta, suave y profundamente...
Nos aferramos tanto a los recuerdos que llega un momento en que nos cuesta continuar y entender lo nuevo de cada día, pues estamos aún inmersos en los acontecimientos del ayer y esos recuerdos nos laceran el alma día a día.
YA NO ESTÁN ENTRE NOSOTROS...
Aprendamos a vivir sólo con los bellos recuerdos y una esperanza.
Cuesta tanto superar un mal momento, duele muchísimo acordarse de esas personitas que amamos tanto y ya no están; pero si limpiamos nuestro interior de excesivas cargas emocionales, veremos que habrá lugar para ampliar nuestro horizonte espiritual, nos daremos cuenta que ellos q ya no están en la tierra, pero aun nos sonríen desde el espíritu, desde esa otra dimensión donde ahora se encuentran. ¡No nos aferremos a ellos!
Amemos cada instante vivido a su lado y soltémoslo!!!
No le permitamos que nos dañe.
Para ello utilicemos la respiración conciente, extraigamos de nuestro interior los recuerdos que nos atan y desatémoslos suavemente al aire. Al exhalar imaginemos cada escena volando en el espacio a nuestro alrededor hasta que finalmente levante el vuelo y ya no nos pertenezca.
.
¡No tengamos miedo... Dejémoslos fluir!
Escuchemos aquellas palabras que tan lejanas pueden parecernos,
dejemos que todo nuestro ser se inunde del ayer.
Recordemos cada minuto... cada palabra... cada silencio.
Traigamos a nuestra memoria su nombre, su voz, la ternura de su mirada que sólo fue tuya, sus actos y actitudes, el apretón de sus manos, su abrazo, su sonrisa y hasta su llanto que tantas veces fue hermoso. Hay en cada emoción esa lágrima a punto de quemarnos el alma, no permitamos que el corazón se quede a mitad de camino sin haberse curado...
¡Dejémosla brotar!
Y cuando estemos en el silencio de nuestros recuerdos, aspiremos profundamente.
Toma todo el aire que quieras, aspira todo ese recuerdo y rescata lo mejor: Las emociones, los consejos, las palabras que ahora son tan sublimes como ese bonito apodo que te hace esbozar una sonrisa; después incorporemos nuevamente a nuestro ser interno toda esa energía de aquel ayer y al exhalar dejemos que toda tristeza por los tiempos pasados, realmente se vaya, exhalemos toda energía negativa que haya quedado en nuestro interior y dejemos marchar esos recuerdos que no nos hacen bien.
Respiremos lenta, suave y profundamente...
Nos aferramos tanto a los recuerdos que llega un momento en que nos cuesta continuar y entender lo nuevo de cada día, pues estamos aún inmersos en los acontecimientos del ayer y esos recuerdos nos laceran el alma día a día.
YA NO ESTÁN ENTRE NOSOTROS...
Aprendamos a vivir sólo con los bellos recuerdos y una esperanza.
Cuesta tanto superar un mal momento, duele muchísimo acordarse de esas personitas que amamos tanto y ya no están; pero si limpiamos nuestro interior de excesivas cargas emocionales, veremos que habrá lugar para ampliar nuestro horizonte espiritual, nos daremos cuenta que ellos q ya no están en la tierra, pero aun nos sonríen desde el espíritu, desde esa otra dimensión donde ahora se encuentran. ¡No nos aferremos a ellos!
Amemos cada instante vivido a su lado y soltémoslo!!!
No le permitamos que nos dañe.
Para ello utilicemos la respiración conciente, extraigamos de nuestro interior los recuerdos que nos atan y desatémoslos suavemente al aire. Al exhalar imaginemos cada escena volando en el espacio a nuestro alrededor hasta que finalmente levante el vuelo y ya no nos pertenezca.
.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home