Hoy saludaré este día con amor en mi corazón.
¿Y CÓMO LO HARÉ?
De aquí en adelante contemplaré todas las cosas con amor y naceré de nuevo.
Amaré al sol porque me calienta los huesos, pero también amaré la lluvia porque purifica mi espíritu.
Amaré la luz porque me señala el camino, pero también amaré la oscuridad porque me enseña las estrellas.
Acogeré la felicidad porque engrandece mi corazón, pero también soportaré la tristeza porque descubre mi alma.
Reconoceré la recompensa porque constituye mi pago, pero también daré acogida a los obstáculos porque constituyen para mí un desafío.
¿Y CÓMO HABLARÉ?
Elogiaré a mis enemigos y se convertirán en amigos.
Animaré a mis amigos y se volverán mis hermanos.
Ahondaré siempre en busca de razones para elogiar, nunca para la crítica, cuando sienta la tentación, me morderé la lengua, pero cuando me sienta inspirado a elogiar lo proclamaré a los cuatro vientos.
De aquí en adelante recordaré este secreto que cambiará mi vida.
¿Y CÓMO PROCEDERÉ?
Amaré a todos los hombres porque cada uno tiene cualidades dignas de ser admiradas aunque quizá estén ocultas. Derribaré la muralla de sospecha y de odio que han construido alrededor de sus corazones y en su lugar edificaré puentes para llegar por ellos a sus almas.
Amaré al que tiene ambiciones porque podrá inspirarme.
Amaré a los que han fracasado porque pueden enseñarme.
Amaré a los reyes porque son sólo humanos.
Amaré a los humildes porque son divinos.
Amaré a los ricos porque sufren la soledad.
Amaré a los pobres porque... Son tantos.
Amaré a los jóvenes por la fe a que se aferran.
Amaré a los ancianos por la sabiduría que comparten.
Amaré a los hermosos por sus ojos de tristeza.
Amaré a los feos por sus almas saturadas de paz.
¿PERO CÓMO REACCIONARÉ ANTE LA CONDUCTA DE LOS DEMÁS? CON AMOR.
Porque así como el amor es el arma con la que me propongo abrir el corazón del hombre, el amor es también mi escudo para resistir los dardos de odio y las lanzas de ira. La adversidad y el desánimo azotarán cual huracán mi nuevo escudo, hasta quedar finalmente reducidos a fina lluvia. Mi escudo me protegerá, me sostendrá cuando estoy solo. Me estimulará en momentos de desánimo, pero también me calmará en épocas de gozoso transporte.
¿Y CÓMO ME ENFRENTARÉ CON LAS PERSONAS CON QUIENES ME ENCUENTRO?
En silencio. En mi fuero interno me dirigiré a él y le diré que le amo, aunque dichas en silencio estas palabras se reflejarán en mis ojos, serenarán mi frente, harán que una sonrisa se asome a mis labios, harán eco en mi voz y su corazón se abrirá.
¿Y quién es aquel que se negará a “comprar mis mercancías” cuando en su corazón sienta mi amor?
Y, PRINCIPALMENTE ME AMARÉ A MÍ MISMO...
Vigilaré celosamente todo lo que entra en mi cuerpo, mi mente, mi alma y mi corazón.
Nunca jamás mimaré los apetitos de la carne, sino que más bien trataré mi cuerpo con limpieza y moderación.
Nunca permitiré que mi mente sea atraída por el mal y la desesperación, sino que más bien la estimularé con los conocimientos y la sabiduría de los siglos.
Nunca le permitiré a mi alma que se vuelva complaciente y satisfecha, la alimentaré con la meditación y la oración.
No permitiré nunca que mi corazón se empequeñezca o se amargue, sino más bien lo compartiré y crecerá.
SALUDARÉ ESTE DÍA CON AMOR Y TENDRÉ ÉXITO.
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